jueves, 6 de septiembre de 2018

Laura Blanco (MADRID)


Serendipia: descubrimiento afortunado e inesperado que se produce de manera accidental o casual.

Probablemente mi yo del pasado no lo sabía, pero el cuatro de junio comenzó una de las experiencias más especiales de los veinte años que llevo de vida. 

Para ser sinceros, profesionalmente no había trabajado nunca con personas con discapacidad. Esto no significa que no conociese bien todo este gran mundo y todo lo que, tanto la ONCE como su Fundación, hacen para la inclusión social y profesional de estas personas.

Cuando se me planteó este reto pensé: ¿y por qué no? Obviamente, todo nuevo reto genera una sensación de duda, de no saber si vas a estar a la altura tanto del proyecto como de los alumnos y de sus propias necesidades. Aun así, me lancé a ello con ganas de ayudar y de dar todo de mi en esta oportunidad que tanto les podía beneficiar. Y, aunque haya habido momentos duros y tensos, es lo mejor que podía haber hecho.

Superación tras superación, eso es lo que veía todos los días al llegar a la academia digital. Cosas que de primeras tiendes a pensar que son imposibles, o mejor dicho, improbables de hacer con la discapacidad de cada uno. Cada día me iba a casa más alucinada de lo que podían llegar a hacer. Por eso, cada vez que preguntan sobre mi experiencia aquí, siempre digo que aprendí yo más de ellos que ellos de mi. Además, ver que se sentían libres y con la confianza suficiente para pedirte ayuda y consejo en todos los ámbitos de su vida, no solo en el académico, es lo mejor que te puedes llevar. 

Tampoco quería dejar sin mención especial a mis compañeros de trabajo, tanto tutores como profesores. Han sido más que simple gente con la que compartía trabajo. Hemos forjado un vínculo más allá de lo profesional que se podía notar tanto en clase como en los descansos y de lo que creo que los alumnos también se beneficiaban.

Este curso 2018 va a llegar a su fin. Atrás quedan las subidas por López de hoyos a las tres de la tarde con el calor sofocante de Madrid, los ascensores del edificio de los que nunca sabias si ibas a salir, los descansos entre clases que duraban 20' pero se te pasaban como si fuesen 5', la maquina expendedora y sus cosas que no salían o de las que salían tres a la vez y todos como locos, la pereza de todos porque fuese lunes o la energía de cuando era viernes. En definitiva, cosas que han hecho que este verano sea distinto y especial.

Gracias a todos por hacer de esta experiencia algo único y por dejarme participar.

Laura.




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Mi nombre es Laura, soy tutora en la academia Datahack de la sede de Barcelona.  Me incorporé en la segunda fase del curso, gocé de un...